Tiza, piedra pómez, uñas de buey, dientes de serpiente, jabón, radio… Todos estos han sido los componentes de la fórmula de la pasta de dientes hasta llegar a nuestros días
Clister, la primera pasta de dientes conocida
Según los manuscritos encontrados, la primera pasta de dientes conocida fue creada hace 4.000 años en el antiguo Egipto, concretamente el siglo IV a.C. Para esta cultura la higiene bucal representaba el estatus social, es decir, cuánto mejor tuviera la boca, representaba que la persona era de alta cuna.
Los egipcios elaboraban un dentífrico conocido como clister, fabricado con polvo de sal, piedra pómez en polvo, pimienta, uñas de buey, agua, cáscara de huevo y mirra. Era muy abrasivo, con un sabor y olor muy fuertes. Para disimular el mal aliento que producida, se añadían hojas de menta y flores.
También elaboraban otro compuesto con hierbas que aportaban propiedades antisépticas y polvo de ladrillo, que aportaban las propiedades abrasivas y limpiadoras.
La higiene bucodental en Grecia y Roma
Al igual que en la cultura egipcia, para los romanos y griegos la higiene dental estaba relacionada con el estatus social.
Estos utilizaban una mezcla de ceniza, miel y sal; La ceniza servía para eliminar las manchas superficiales y la placa de los dientes, la miel se incorporaba por sus propiedades antisépticas y la sal cumplía las mismas funciones que la ceniza.
La higiene dental en otras civilizaciones
A lo largo de la historia, muchas culturas crearon sus propios dentífricos y utensilios para el cuidado de los dientes:
En la antigua China crearon el primer cepillo de dientes, fabricado con huesos y espinas de pescado. Antes de usarlo, usaban ramitas de areca como dentífrico. Esta también era utilizada por las culturas de oriente, mezclándola con cal (obtenida de moler conchas de moluscos). Esta la usaban como si fuera un chicle, que mantenía los dientes blancos, limpios y relucientes.
Según algunos registros del año 550 a.C nos explican que los persas limpiaban su boca utilizando un pincel con una mezcla de tintura y ácido bórico. En Europa, doctores como Frederick Slare, un reconocido médico y químico inglés del siglo XVIII, recomendaron el uso de azúcar de caña para mantener una correcta higiene bucodental.
Otra de las civilizaciones que destacaron por sus innovaciones en higiene dental eran los mayas;
Para combatir las caries, la halitosis o cualquier molestia dental, los mayas utilizaban sustancias naturales elaborados con la raíz de Rauwolfia heterophyyla willad, conocida en Venezuela como palo de boniato o palo de moniato. También utilizaban cenizas de iguana, quemada viva, hollín pulverizado o la bilis de algunas especies de ranas. Como analgésico, era común el uso de diente de serpiente de cascabel.
¿Y en España? Uno de los primeros registros que se tienen de una pasta dental data del siglo XI, creada por Ibn Wafid, médico y botánico originario de Toledo, que descubre en su libro Kitab al-Wisad la receta para elaborar un dentífrico a base de hojas de menta, albahaca, membrillo, melocotón, hojas de rosa, hojas de cidra y tierra jabonera de Toledo. Todos estos ingredientes se pulverizaban juntos. Una vez que la mezcla era tamizada, ya podía usarse para limpiarse la boca.
Relacionado con esto último, cabe destacar un detalle muy curioso sobre la cultura árabe: Mientras que en culturas como el Antiguo Egipto o la romana era importante que los miembros de alta cuna tuvieran una buena higiene dental, en el caso de la árabe la limpieza de los dientes se realizaba durante un ritual al difunto, para que así su espíritu se presentase limpio ante Alá.
La pasta de dientes moderna
Cómo hemos visto, cada cultura creó su propia fórmula. Ahora bien, no fue hasta mediados del siglo XIX que comenzó a perfeccionarse el dentífrico que utilizamos hoy en día:
Los primeros intentos
Tras la revolución industrial hubo varios intentos para crear un producto que permitiera cuidar de la higiene bucal.
Uno de los más conocidos fue el del dentista Peabody, que añadió jabón a la pasta de dientes, comercializando el primer dentífrico de la historia en Gran Bretaña, en polvo o envasado en cerámica.
En 1850, John Harris añadió tiza a la fórmula para perfeccionarla, utilizando la misma composición que Peabody.
La primera pasta dentífrica en tubo
Tras varios intentos, en 1870, el cirujano y farmacéutico dental Washington Sheffield Wentworth inventó la primera pasta de dientes que se vendía dentro de un tubo plegable.
Una vez que la probó de forma privada para comprobar su eficiencia, la bautizó bajo el nombre de Creme dentrifique. Tres años después, Colgate lanzarías su primer dentífrico producido en masa, vendiéndolo en polvo y envasado en un frasco de vidrio.
No obstante, los tubos de pasta dental como los conocemos fueron idea de su hijo, gran aficionado a la pintura. En 1892 se percató que los envases de pintura al óleo eran muy prácticos, así que utilizó ese mismo sistema al invento de su padre. Así nació el primer tubo de pasta dental.
Colgate quedó encantada con la idea, copiando el sistema para envasar y comercializar su propia pasta dentífrica en 1896.
La incorporación de flúor a la receta
Aunque la pasta de dientes creada por Wentworth ayudaba a cuidar de la higiene bucal, no era perfecta. Faltaba algo para que fuera perfecta, y fue el odontólogo Frederick McKay quien dio con la solución.
En 1901 comenzó a investigar porque los habitantes de ciertas zonas tenían pigmentaciones de color café en sus dientes, al mismo tiempo que investigaba las propiedades del flúor para la higiene bucal.
Realizó diversos estudios, que determinaron que la concentración máxima de flúor permitida en una pasta dental era de 1.500 ppm (0.15%). Así, en 1904 lanzaron al mercado la primera pasta de dientes con flúor, introducida en países industrializados a finales de la década de 1.960.
Cómo el flúor era bastante tóxico, especialmente para los niños, las pastas de dientes infantiles contenían una concentración inferior de flúor.
Su evolución hasta la el dentífrico del siglo XXI
La innovación del dentífrico creado McKay permitió mejorar la higiene dental durante el siglo XX, y, poco a poco, se fueron investigando nuevas técnicas para tratar diferentes afecciones, como:
- Pasta de dientes roja: Bautizada como El Torero, esta se conseguía mediante la tintura de cochinilla. Se utilizaba para enrojecer las encías y resaltar el blanco de los dientes.
- Pasta de dientes con radio: Tras el descubrimiento de la radiactividad por Madame Curie, se creyó que esta tenía propiedades curativas milagrosas y, entre otros productos lanzados al mercado, se encontraba la pasta dental con radio.
No fue hasta la década de los 80, que la atención de los laboratorios se centró en solucionar dos problemas: El sarro y la hipersensibilidad dental. Tras varias pruebas, se descubrió los beneficios del bicarbonato de sodio para estas afecciones, y a principios de los 90 comenzaron a comercializarse las primeras pastas dentales para eliminar el sarro y obtener unas encías saludables.
Los últimos 20 años
Por supuesto, las innovaciones en la pasta de dientes no se quedaron únicamente en combatir el sarro o combatir la sensibilidad dental.
Se continuó investigando para lanzar al mercado diferentes productos que cubrieran las necesidades de todos los usuarios, como combatir la halitosis, la periodontitis o anticaries.
Cada dentífrico tiene su composición química única, diseñada, específicamente, para combatir un problema, lo que nos permite adaptar la limpieza a nuestra situación personal. Un avance que no habría sido posible sin la hoja de ruta que establecieron Wentworth y McKay.
La higiene dental en el siglo XXI
La importancia de una buena higiene dental es algo que nos acostumbran desde niños, dejándonos claro que es muy importante cepillarse los dientes tras cada comida.
Sin embargo, los expertos lo dejan claro; No basta únicamente con usar el cepillo de dientes y un dentrítico, hay que combinarlo con otras técnicas como el uso del hilo dental para limpiar los espacios interdentales o el irrigador dental, para limpiar a fondo la boca.
Y lo más importante; Siempre personalizar la limpieza con aquellos complementos y técnicas que se adapten a tus necesidades.
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